Sin duda alguna la belleza física y emocional es algo fundamental en las mujeres. Todas queremos vernos hermosas y lucir nuestros atributos principales para mostrar al mundo lo bellas que somos. Es normal eso, quererse ver bien, aunque no podemos confundir él verse bien con el seguir un prototipo impuesto culturalmente como paradigma de belleza que muestra a un tipo de cuerpo, un tipo de aspecto y un tipo de mujer, como válida para llegar a ser hermosas, dejando por fuera otros tipos de maneras de ser mujer que no se acoplan a ese prototipo.
Lo primero para entender el concepto de belleza es que es supremamente subjetivo y cada persona puede tener su propia definición que puede no concordar con las otras. Eso es lo más importante: entender que las mujeres somos tan diversas que es completamente injusto creer que existe solo un prototipo de mujer que se “merece” el rótulo de bella. Justamente lo que alimenta la belleza es la misma diversidad, sin ella reduciremos los estilos, las combinaciones, los matices, los tipos de cuerpos distintos, los tonos de piel distintos a simple homogeneización femenina.
Para entenderlo mejor, imagínate un mundo donde todos pudiéramos solamente percibir con nuestros ojos los colores blanco y negro. Seguramente a muchas nos encantan el blanco y el negro, pero si solo conociéramos esos dos colores nos perderíamos la posibilidad de disfrutar otros tonos con variaciones infinitas, solo por el seguir un paradigma monocromático. Lo mismo sucede con el tipo de cuerpo de las mujeres. Todos son hermosos en su diferencia.